
Seguimos paseando por el centro de la ciudad, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, viendo la Catedral Basílica de estilo barroco y las calles de la ciudad. Nos dirigimos al Museo Rafael Coronel o de las máscaras, ubicado en lo que era el Convento de San Francisco de Zacatecas, el lugar está rodeado de jardines y es muy agradable, además alberga una de las colecciones más grandes del mundo de máscaras mexicanas, además de otra de títeres del sXIX muy interesante. Después de esta visita, continuamos rumbo a la Mina El Edén. Allí con el casco como protección, nos adentramos en las minas en las que años atrás se extraían piedras preciosas, oro y plata entre ellas. Además, una parte está habilitada para albergar la discoteca más profunda del mundo (La Mina Club), a casi 400 metros bajo la tierra.
Al día siguiente, acudimos al teleférico para visitar el Cerro de la Bufa. Éste cerro fue denominado así por Juan de Tolosa. Bufa que es una palabra de origen aragonés quiere decir vejiga de cerdo, ya que tenía una forma parecida. Este cerro de 2657 metros, albergó a varias tribus: caxcanes, guachichiles, guamares irritilas, huicholes y zacatecos entre otras, siendo de ésta última de donde proviene el nombre de la ciudad. Las vistas, un lugar privilegiado para ver toda la ciudad. Desde allí bajamos andando en dirección al “centro platero” lugar donde se venden piezas de plata echas a mano por artesanos.
Y por último para no perder una buena tradición de cada viaje, fuimos a comer en el mercado de la ciudad, una apuesta casi segura en todas las ciudades para disfrutar de una rica “comida corrida”