Mi primer viaje fuera de Europa, fue en el 2009.
Fui elegida para participar en la Expedición Tahina-can y viajar a la mitad del mundo. Aunque nunca me gustaron los viajes organizados, no dejaba de ser una oportunidad más para conocer un rincón de este mundo. Este es mi resúmen de todo lo que viví.
Nada más llegar a Quito, una bocanada de aire, fue especial, para mí incluso olía diferente. Tras dejar las maletas y organizarnos un poco, partimos hacia el Quito colonial. Visitamos varias iglesias y paseamos un poco por la ciudad. Aunque el tiempo era limitado, no impidió que captasemos detalles y esencias de la población quiteña.
Con el estómago rugiendo partimos hacia “la mitad del mundo”. Allí probamos por primera vez algo propio de Ecuador: Maíz cocinado de distintas formas, plátano frito, patata, cerdo… y de postre fruta en almíbar, hecho con azúcar de caña, y queso como acompañamiento. Tras ello, pisamos los dos hemisferios simultáneamente.
Para terminar un largo día de 30 horas sin dormir, de vuelta al hotel, recibimos una conferencia sobre cooperación en Ecuador.
Al día siguiente, visitamos la Universidad privada de San Francisco de Quito, me sirvió para ver y conocer distintas realidades y contrastes en una misma ciudad. Mientras que el nivel de vida en Ecuador no supera los 5000 dólares anuales, la Universidad privada de San Francisco asciende a 8000 dólares por curso. Además de esto, Quito, solo consta de dos universidades públicas. Días después pudimos preguntar de primera mano al Ministro de Cultura de Ecuador este “dilema”, obteniendo como respuesta que el sistema de educación se pretende cambiar para que población tanto rural como de ciudad pueda acceder a una educación.
Para desconectar un poco de las conferencias impartidas en la Universidad, acudimos por caminos escarpados hasta “La casa de Rafa” un lugar esperado con incertidumbre por muchos de nosotros. ¿Cómo será comer con la ausencia de uno de los sentidos? La verdad que toda una experiencia. Notamos como el oído, el tacto y el gusto cobraban más importancia. Nos llevaron con los ojos tapados hasta los bajos del restaurante a disfrutar de una cena totalmente a oscuras, servida por personas ciegas, con una absoluta destreza para servir los platos a los comensales.
El tercer día era uno de los días que esperaba con gran interés. Subimos a la Laguna de Cuicocha que se encontraban a 3.100 metros sobre el cráter de un volcán, debido a las emisiones de gases, la laguna carecía de vida, asique nos conformamos con ver los preciosos paisajes. Continuamos hasta el centro de interpretación, y allí nos montamos en las bicicletas para ir bajando por caminos de arena, en los que más de una vez nos quedamos atrapados sin poder dar ni una sola pedalada. Lo que más me gustó de todo este recorrido fue ver las casas de la gente a la vez que realizaban sus tareas cotidianas. A mitad de camino, hicimos una parada en un Jardín Etnobotánico y nos explicaron algunos usos medicinales de las plantas que allí se cultivaban. Nuestro recorrido en bici terminó en la plaza del pueblo, donde pudimos comprar nuestros primeros regalos y recuerdos.
Antes de comer, acudimos a una comunidad indígena denominada “Runa Tupari”, donde tras un recibimiento con música y bailes, degustamos comida preparada en la comunidad, maíz, carne de cerdo y pollo, habas, queso…
De vuelta al hotel nos esperaba Ramiro Noriega, Ministro de Cultura de Ecuador, que no tuvo problema en responder alguna de las preguntas que le formulamos.
Marta-2009
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