Para salir un poco del bullicio de la feria de San Marcos, decidimos hacer un viaje a Michoacán.
Nuestro destino fue Morelia, allí conocimos el centro histórico e hicimos cosas típicas de turistas, como montarnos en un turi-bus para que nos mostrasen y contasen los lugares de interés.Uno de los lugares que más me gustaron fue el callejón del romance. Por el nombre ya se deduce el encanto que tiene.
En la tarde fuimos a Patzcuaro, un pueblo a media hora de Morelia. Este pueblo se encuentra dentro de la categoría de Pueblo Mágico, denominación que tienen algunos pueblos cuando cumplen algunas características (estar ubicados en zonas cercanas a sitios turísticos o grandes ciudades, tener accesos fáciles por carretera y un valor histórico, religioso o cultural. Su común denominador es tener una muy especial importancia cultural, histórica o social). Uno de los atractivos del pueblo es la nieve (helado) de pasta. Un helado con sabor a cajeta y vainilla, una mezcla muy curiosa y rica, que junto con nieve de zarzamora para contrarrestar el excesivo dulzor hacen una buena combinación.
Allí tomamos una barca para que nos llevase a la Isla de Janitzio, que alberga un mirador desde donde se ven unas bonitas vistas de todo el lago, además de multitud de puestos con artesanías y venta de pescado, ya que una gran mayoría de su población se dedica a la pesca.
Al día siguiente partimos a Uruapán, destino a dos horas de Morelia. A nuestra llegada comimos, como de costumbre, cerca del mercado del pueblo. Después de pasear por el centro y visitar un museo sobre las diferentes tribus indígenas que se encuentran allí ( Nahua, Purépecha, Mazahua y Otomí) y que es posible ver paseando por el pueblo, nos dirigimos al Parque Nacional de Uruapán. Para mi, lo mejor del viaje. Increíble. A unas 10 cuadras del centro del pueblo se puede encontrar un oasis de tranquilidad y naturaleza. Varias cascadas formaban parte del paraje junto con grandes árboles, mariposas volando a tu alrededor, ardillas correteando de árbol a árbol. Un lugar que merece la pena conocer.
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